ANTONIO MORALEDA, PRIMER PRESIDENTE DEL COLEGIO VETERINARIO CACEREÑO

De las páginas del Cáceres de Aquellos Tiempos nacen sagas familiares que se abren por el abanico de la ciudad. Como resulta el caso, por ejemplo, de la saga Moraleda. Estampas de la historia que dinamizan el hilo del paisaje humano cacereño a través de los años. Hoy rescatamos, para ese edificio social e histórico de Cáceres, la figura de Antonio Moraleda Burillo, primer presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de la provincia.

Antonio Moraleda Burillo (Toledo, 1875- Cáceres, 1933) llegó a Cáceres por la vía profesional de la veterinaria y poniendo en marcha, por esos azares de la vida, una nueva saga en el paisaje cacereño.

Tras sus estudios de bachiller Antonio Moraleda Burillo, estudió Veterinaria en la Facultad de la Universidad de Madrid, ciudad donde conoció a Rosario Roa Pérez, también madrileña, que posteriormente sería su esposa.

Una vez obtenido el título de Veterinario Antonio Moraleda Burillo desempeñó sus primeros oficios en Madrid, más tarde, en la localidad toledana de Nombela y en Cartagena para llegar Cáceres, donde el matrimonio se integró plenamente hasta el extremo que decidieron quedarse a vivir en la capital cacereña, ubicándose a lo largo de muchos años en el número 19 de la calle Margallo.

En el transcurso de sus pasos llegó a ser Inspector Provincial de Higiene y Sanidad Pecuaria, y, también, primer Presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres, desde el año 1922 hasta finales de los treinta. Un Colegio que se constituyó formalmente en la Diputación Provincial y cuya primera sede estuvo situada, precisamente, en su domicilio particular. Posteriormente, en los años cuarenta, el Colegio se traslada a la sede de la Avenida de La Montaña.

Todo un tiempo en el que trabajó, de modo afanoso, muy intensamente, por erradicar el intrusismo en la profesión. Más, en una provincia eminentemente ganadera, y, más aún, con la amplitud de la geografía provincial, y la paulatina incorporación de licenciados en la carrera veterinaria… Lo que le llevó a volcarse en sus tareas logrando un manifiesto apoyo del Colegio.

Antonio Moraleda desarrollaba una vida de la mayor integración en la pequeña capital de provincia, con unos treinta mil habitantes, entre la mezcolanza social y humana, donde convergen las tertulias, las curiosidades, las particularidades, las inquietudes de esa vecindad tan cercana y conocida en diversos estamentos.

Una personalidad, la de nuestro protagonista, de identidad republicana, talante moderado y tolerante, carácter afable, y amistades en los diversos campos y ámbitos sociales…

Durante el período en el que desempeñó la presidencia del Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres también ejercía como director de la revista “Cáceres Pecuario. Boletín de la Asociación Provincial de Veterinarios”. Publicación con como domicilio oficial, asimismo, la casa de Antonio Moraleda, hasta el año 1935.

Su tarjeta de identidad como Inspector Provincial de Higiene y Sanidad Pecuaria está fechada el 8 de septiembre de 1930 y visada por el Gobernador Civil de Cáceres, a la sazón Tomás Sandalio Carbonell y Arce.

Del matrimonio de Antonio Moraleda Burillo y Rosario Roa Pérez, nacieron seis hijos: Manuel, auxiliar administrativo del Instituto Provincial de Higiene de Cáceres, miembro de UGT y de la Agrupación Socialista de Cáceres, que también militó en las filas del Club Deportivo Cacereño, y que se encaminó a vivir en Madrid; María, Faustino, funcionario en el INP, casado con María Domínguez, que, posteriormente, se trasladaría a Huelva, Tomasa, auxiliar administrativo en el Colegio de Veterinarios, Josefa y Concepción, que también decidió enfocar su vida por los Madriles.

 Antonio Moraleda había creado la saga cacereña de los Moraleda y en el Cáceres de Aquellos Tiempos debiera de ser un personaje de ese serpenteo que corretea por las calles y plazuelas cacereñas, hasta el punto, curioso, que en la esquela de su defunción, 3 de febrero de 1933, figura, en primer lugar, el Excelentísimo Gobernador Civil, Angel Vera Coronel, de Izquierda Republicana, a continuación el Colegio Oficial de Veterinarios, y, seguidamente, su esposa, hijos, hijos políticos, madre política…

En esas raíces familiares llegamos al matrimonio de Juan José Pérez Regodón, secretario de Juzgado en Salvatierra de Santiago, que atendía las tierras familiares, con Josefa Moraleda, maestra en dicho pueblo, del que nacen cuatro hijos: Juan Antonio y José Luis, que estudiaron en el colegio «San Antonio” formándose en carreras técnicas, Manuel Fernando, bachiller en el Instituto «El Brocense» y Rosario, alumna en el Sagrado Corazón, maestra, y Promotora de Imagen de la Diputación Cacereña.

Rosario Pérez Moraleda, catovi de pura raza, matrimonió con Juan Carlos Bravo García, otro catovi, que fuera Jefe de la Unidad de Festejos del Ayuntamiento, desde hace unos años Presidente del Orfeón de Cáceres, autor del Libro “El Orfeón de Cáceres” y que puso en marcha la Asociación “Federación de Corales de Ciudades Patrimonio de la Humanidad”.

 Una saga cacereña, la Moraleda, que aporta ese sentimiento y recorrido por el paisaje de la ciudad de siempre: La de ayer, la de hoy, la de mañana…

…  Y siempre, claro, en el escenario de todas las historias humanas de tantos tiempos, de tantas épocas, Cáceres.

NOTA: El presente trabajo ha sido posible gracias a la colaboración de Rosario Pérez Moraleda y de Juan Carlos Bravo García, que, un día, hará unos tres años, me remitieron las fotografías de Antonio Moraleda Burillo, de dos de sus hijas, de su nieta, y, por otra parte, de Juan Carlos, porque todos ellos vivieron en la calle General Margallo.

De este modo todos ellos, como residentes en la misma calle, en la que naciera y viviera largo tiempo el autor de este blog, quedaron incorporados a mi recorrido vecinal titulado «NOCHE DE SOLEDAD EN MI CALLE MARGALLO… TAMBIEN MOROS«. Un recorrido de la larga calle Margallo, que sigue siendo posible con la colaboración de tantos vecinos a lo largo de los tiempos, de la misma. Y que, como siempre, continúa con las puertas abiertas de par en par a todos.

Hace unos meses manifesté a mi querido amigo Juan Carlos Bravo la curiosidad alrededor de la personalidad de Antonio Moraleda Burillo, la particularidad de haber sido el primer presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres y de las fotografías que me remitió, como las que quedan insertadas en este trabajo. Como le manifesté que podríamos intentar algún recorrido por los pasos del mismo y por la saga Moraleda.

Atrás queda, pues, el recorrido de la saga cacereña Moraleda, cuyos pilares puso Antonio Moraleda Burillo.

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